Hoy presencie un atardecer, inexplicablemente,
cálido. No ha ocurrido nada destacable o
transcendental pero el sentimiento se ha
acobijado en mi pecho, y aquello lo rescato. Ha pasado tiempo, pero es que le
he dado tiempo al tiempo, y sin percatarme, se me han extendido los minutos a
meses, y he terminado en una catarsis interminable, aún me encuentro fluctuando
entre el equilibrio de lo que conlleva una vida integra. Termine en un ambiente
completamente contrario a las aspiraciones de mí remoto yo, estudiando una
carrera que, al fin y al cabo, no necesito la ponderación de exámenes. No
quiero redactar aquellas letras con un tinte irónico sino, más bien, inesperado
pues me lleve el agrado de aprender materias de mi interés. A pesar de ello, ha
crecido en mí nuevas aspiraciones, insaciables. He eso sí, limitarme, ya que se
le eleva la mente y deseo comerme el cielo, pero se me olvida que soy un simple
terrestre. De a poco, me he impuesto (a pesar de la connotación negativa de la
palabra) a cumplir metas efectivas y reales para así no frustrarme de no
concretar y abandonar todo y quedarme ahí; mirando a la nada.
(Ella es Clara, un can de ojos tristes)
Saludos,
Gab.
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