30 de octubre de 2017

Memorias de esta existencia: Octubre.

Hola, nuevamente. El mes de octubre se ha ido lentamente, mientras que el pasar fue escurridizo y de fácil olvido, me dispuse a escribir. He organizado mis tiempos y me he vuelvo a perder en los mismos, ya no lo hago tan mal. Ahora me reencuentro a los pocos momentos de extraviar la mente y eso es un poco más ameno, pues ya no se queda en mí aquella sensación ponzoñosa de haber malgastado tiempo. Aún estoy aprendiendo, pero ahora el proceso no me deja agraviada. Como ya mencione, el tiempo ha pasado placentero y ha traído consigo gustos y buenos momentos, buenas risas, buen clima. Octubre no paso en mi diario vivir lleno de festividades, más bien de saludos cargados de cariños y memorias. La fotografía me ha entusiasmado, al igual que el dibujo y la organización.

He empezado a dejar entrar la espontaneidad de la vida misma, me es difícil, pero ha sido inesperadamente renovador. Tengo una frase en la cabeza y ahora se contornea y toma mayor peso, mayor consistencia, y comienzo el proceso de agregar valor a entendimientos del pasado, que por algo se repiten indefinidamente hasta ser parte de la realidad propia. Me río, no de sorna, sino más de ternura. Me desplazo entre las calles apoyada en mano a una bicicleta roñosa, que repiquetea, y en el transcurso de mi casa a la universidad, disfruto la simpleza de una calle atestada de gente y de aquellas villas silenciosas. No puedo evitar no recordar, en este recorrido una casa, grande, que se alza en la esquina de una calle, en ella hay un conjunto de animales peculiares; un perro, un cuarteto de catitas y un macho de alguna especie de ave pequeña. Cada vez que emprendo ese pequeño tramo, me distraigo un momento con el perro. Es demasiado juguetón, a pesar de ser mayor, y siempre se encuentra vestido de colores chillones. Una vez, sin querer, me quede más tiempo y el propietario de la casa salió, se detuvo un momento, analizando, yo por mi parte estaba sentada en el suelo, acariciando al perro, y con voz ronca dijo; mire tranquila a las catitas, son muy vistosas. Al macho ese se le murió la pareja y, como debe saber, una vez emparejado, si se le muere la mujercita, se quedan tristes. Y siguió haciendo sus quehaceres. De vez en cuando, echó una mirada curiosa. Fue una situación tan común, de tanta espontaneidad.  Me fui contenta a la universidad. Quiero plasmar el hecho, ya que está aún vivido en mi memoria. No le tome fotos ni al perro ni al conjunto de pajaritos, por qué no ando con la cámara en mano y, en primer lugar, por respeto. 

Por ello, lo único que se plasmó en el lente de mi cámara fueron flores del jardín de mi vecina. 






Eran pequeñas, y estaban recién en flor y algunas pereciendo, pero desentonaban enormemente con el plano verde. Les había echado el ojo hace rato, y sin más, les saque foto. 
Otro acontecimiento muy bello fue una tarde de ocio, en la cual la Clara, se dejó fotografiar. No es para nada tímida a la hora de posar, pero a mí parecer, no le agrada mucho tenerme encima viendo el mejor ángulo, así que no la fatigue mucho y tome pocas fotos.  



En esta, en particular, me transmitió un sentimiento de que ya estaba hartando su paciencia.  

Ha sido un pasar melifluo. Y por ello me impuse metas claras y concisas, he decido ahorrar. En la actualidad, no tengo ni la menor idea cuando tengo en mi poder, sé que es poquito puesto que llevo un par de días solamente, pero es motivador guardar dinero para no perderlo en tonterías. Me refiero a comprar comida, cuando tengo la opción de llevar de mi hogar. O, la más destacable, comprar botellas de plástico, cuando en realidad, tengo una de aluminio bien resistente. O derrochar en papelería. ⊙△⊙ Sí, todo muy bello, todo muy costoso. Así que, compre una alcancía, la última inversión, y dejaré caer monedas sin arrepentimientos. 
Hasta aquí mi recorrido por este mes. Saludos, Gab.


26 de octubre de 2017

Review Literario: Tengo miedo torero - Pedro Lemebel

Ha pasado ya mucho tiempo desde que leí este libro, cuando estaba en el colegio más bien dicho, pero lo recuerdo con cariño, pues fue una bonita lectura en un bonito tiempo. Así que allá vamos: El libro es Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel. 

La historia nos sitúa en los acontecimientos ocurridos en la época de los 80’, inmerso en la dictadura de Pinochet. La narrativa nos lleva a la vida de un militante del frente de izquierda y un homosexual, a quién la sociedad ha segregado, estandarizado y rechazado. Por otro lado, nos relata la, tóxica y tortuosa, relación entre el dirigente Pinochet y su mujer, además de la angustia, las memorias y las pesadillas que lo atormentan.

18 de octubre de 2017

Bullet Journal: un registro del pasar en el tiempo.


Hoy me encuentro  aquí, pensando en la simpleza de la tontería. Nuevamente, ha ocurrido un lapso de ausencia de oprimir las teclas del computador, soy dispersa me comento en instancias de soledad. Y me respondo que sí, que no. Que chalalala. Retomo nuevamente este espacio, para hablar de lo que me gusta: La organización. Tengo un bichito contra el olvido, el pasar del tiempo y el cambio, y la herramienta que me ayuda a sobrellevar esto es, simplemente, una agenda y un lápiz. Quiero aclarar que no hablare de los apartados técnicos, ni de la disposición de ciertas especificaciones. He creado esta entrada para hablar de lo que supone la organización inmersa en algo cotidiano, como la vida. Eso sí, facilitare al final de esta entrada enlaces a ciertas páginas que si se disponen a esclarecer cada apartado técnico, para así sumergirse en este método que se emplea bajo la consigna de personalizable y práctico. (◕‿◕✿)Además de compartir el cotilleo de las páginas que conforman esta pequeña libreta.

En primer lugar, deseo señalar que el creador de este método de organización fue el señor Ryan Carroll. Y en segundo lugar, que este método es, a palabras simple, un sistema a través de códigos para anotar lo que se dé la gana. Ahora sí, con las bases ya asentadas y esclarecidas me dispondré a dar mi opinión.

Debo admitir que soy una persona de costumbres arraigadas, por ello cuando encontré la disposición de información adecuada a mis procesos mentales, la adopte como parte de mi planificación a través de los meses. 
En mis primeros pasos a esta metodología, comencé siguiendo al pie de la letra las directrices que conforman este método. Al cabo de un tiempo, termine adoptando la simbología más práctica y tachando las tareas no realizadas o pospuestas.

(Disculpen la iluminación saturada, pero el día era bello y agresivo)

El calendario anual ha sido una instancia para tachar los días con cierta nostalgia, y que permite de un golpe de información visual, analizar el pasar del tiempo.


Una vista al calendario mensual, a la casilla de hábitos y un montón de rayas. A decir verdad, me agrada ver las páginas antiguas, pues siento que están cargadas de memorias, incluso aquel error que en su momento me pesó, ahora se guarda juguetona entre la tinta de colores.



La característica más destacable que he observado ha sido que, debido a la simpleza del Bullet Journal, te permite explotar aquella parte creativa de lo recóndito del cerebro. Mi libreta como ya han de apreciar no posee algún patrón de fondo, y por ello para hacer más amena la visión de mi semana me lleva a garabatear, colorear e ilustrar. Lo cual, con el pasar de las páginas, he disfrutado. Por ello pienso que sería una motivación para seguir en el ejercicio de estas habilidades y alegrar compromisos, tareas, talleres, clases, etc, etc. (^_・)

En conclusión, es bonito practicar aquellos talentos que se van dejando de lado por distintos motivos y que alegran el día, o tal vez el mes organizado.

Y llega Noviembre, con planes y desenlaces.


Saludos, Gab.