El día está nublado y frío, de esos fríos que te hielan la nariz y te seducen a permanecer en cama. A pesar de eso, les traigo una reseña de un buen libro, esos que, también, se leen en la cama con la nariz congelada, y se llama: Un viejo que leía novelas de amor, por Luis Sepúlveda.
La novela nos narra la vida de Antonio José Bolivar Proaño, un viejo, que vive en una pequeña comunidad, inmersa en las amazonas, allí las horas pasan lentas y la única diversión para él, es leer historias, pero no cualquier tipo de novelas sino historias de amor. Un día, su vida se ve interrumpida por un requerimiento del alcalde de pueblo. Una bestia acecha al pueblo y debe ser liquidada.
La prosa de Sepúlveda es tosca, agresiva y corta. La narración es, a pesar de ello, perfecta. Le da una característica única al libro, ya que nos logra sensibilizar para conectarnos con la historia, simpatizar con los personas y despreciar a otros. La técnica narrativa acertada para esta historia, se lleva mi total aceptación.
La historia se lleva un broche de oro – a mi parecer -, puesto que el giro argumental que lleva es, realmente, impresionante. Apela a nuestro juicio sobre temas que están arraigados a nuestros corazones y que tocan las hebras más sensibles de nuestro ser, tales como: la injusticia de las especies animales, la conservación de la naturaleza, el trato del ser humano con la naturaleza y las especies nativas, etc.
A resumidas cuentas, un libro muy bello que se lee muy rápido y te deja pensando, un rato, en lo que conlleva avanzar y arrastrar con todo a su paso.
(Créditos a la imagen)
Hola buenas, ha pasad tiempo, pero recién vi tu mensaje. Ya te sigo. Un gusto, Gab.
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