15 de octubre de 2018

El Presente etéreo + Películas.

He dejado pasar el tiempo, nuevamente. Las cosas han transcurrido igual que un caudal salvaje, arrasando. Eso sí, rescato en mí, ciertas instancia de sosiego. 

Las clases han sido un obstáculo interesante por sobrepasar; entregándome conocimientos que, sin exaltar mi emoción, me han encantado. Pensar ejecutarlas en su cabalidad en un futuro, me motivan a seguir en la pista del aprendizaje. La organización me ha ayudado a jerarquizar los diversos informes, salidas a terreno y redacción de clases, sintetizando una serie de descripciones y antiestéticos dibujos técnicos. En ese aspecto, estoy más estable. Aquello me agrada, me permite ver bajo otra perspectiva lo que se desenvuelve a mí alrededor. Los días han mermado en sus temperaturas deficientes y ha cesado la extracción del expropiado calor humano básico, y se ha elevado un sol, vigoroso. Aquello ha entregado diversos beneficios; el día, se aprecia extinguirse lentamente. La luz solar es un fuente de recarga de alegrías. La fotografía, gracias al contexto de iluminación, me permite captar diferentes matices. Y un largo etcétera, el cual converge en cosas alegres y felices, que entibian el corazón.

Hace poco, me anime y salí a plasmar eternamente elementos cercanos a mi hogar. A decir verdad, ocurrió un fiasco que me hizo pasar un mal rato y es que tras no tomar la cámara en harto tiempo y guardarla en su respectivo sitio, se llenó de polvo y luego de ejecutar un soplido mal intencionado, me urgí, ya que la lente quedo empañado toda la tarde. Así que decidí invertir en un Kit de limpieza, y ahora sí que sí, jamás vuelvo a realizar una acción tan irresponsable con la pobre chamaca de mi cámara. A pesar de ello (y del susto), capte diversos elementos de la naturaleza que me dejaron el corazón contento. 


Otra afición que me ha robado el tiempo y la concentración es el juego del Sudoku. No tengo explicación alguna. En la simpleza esta la adicción. 

 A lo largo de este tiempo, me he zambullido en varios relatos cinematográficos, sin escrúpulos ni género en concreto. Y la memoria me falla, recuerdo unas más que otras y lo que pensé en su momento, se me arrancó a otros parajes.

The Truman show, el filme nos relata la vida de Truman; un hombre resuelto, en cada aspecto de su vida. Sin embargo, de repente, comienza a notar sucesos extraños que lo hacen cuestionarse de su entorno, de las personas que lo rodean, incluso, de su propia existencia. Él, sin tener conocimientos, vive inmerso en un reality show, trasmitido en tiempo real a miles de personas alrededor del orbe terrestre. Truman, sin su entendimiento ni autorización, es la encarnación del programa televisivo más ambicioso de todos los tiempos.
La película transcurre sin sobresaltos o algún hito, digámosle transcendental, que quiebre la calma de la cotidianidad de la historia en algún punto sino más bien es la realización del personaje que, tras una serie de acontecimientos que alteran su rutina le hacen detenerse un instante y cuestionarse si aquello que consideraba común es, realmente,  verdadero.

 Existe una  sutil crítica que se arrastra, sutil e ingeniosa, tras las secuencias del film. Esto no es un spoiler, puesto que se presenta como el conflicto principal que se desarrolla y debido al cual se dibujan las directrices de la trama a consecuencia de lo gatilla en la perspectiva, el mundo que lo rodea y de su existencia inserta en este, del personaje principal. Lo que llamo  mi atención, eso sí, fue la acción de acondicionar a un ser. En la vida individual nos ocurren varios acontecimientos, extraordinarios o insignificantes, que limitan nuestra perspectiva del entorno. Digamos; el miedo a las arañas, al mar o a las alturas. Al prejuicio del color de piel. Al engaño o la conciencia de sentir culpa por ciertos pensamientos o emociones. Esto lo señalo a grandes rasgos, debido a que en mi desconocimiento logro discernir pequeñas luces de saberes en estas, opino sensibles (debido a la subjetividad del ser humano y la delgada línea de consideración personal de ciertos parámetros en común, como el bien y el mal), áreas. Espero algún día poseer en mi repertorio de herramientas lingüísticas y conocimientos, los saberes necesarios con el fin de exponer estas ideas correctamente.

Dicho lo anterior, me quedo en la mente varias dudas. El film es un conglomerado de cuestiones. Pero de las preguntas se gestan y afloran un ejercicio simple que significa un gran trayecto; el primer paso a la realización. Una vez leí o escuche una frase, a decir verdad el origen no lo tengo muy claro, pero se quedó en mi subconsciente pues siempre que me planto a pensar en ciertos temas, se pasea incesante y revoltosa. “Las respuestas necesarias vienen con las preguntas correctas”. Truman se cuestiona elementos que se debiesen configurar como personales, tales como la privacidad, la libertad y su identidad. Busca el sentido del mundo, de aquello que le resulta extrañamente confeccionado en torno a él. Desde el inicio de la película Truman realiza la acción de buscar. Posee en él una idea vaga de sospecha; de desajuste, que no le entrega tranquilidad y por consecuencia no le permite disfrutar de su vida. Los acontecimientos siguientes son el efecto de objetar a la existencia. La película permite exponer diversas conjeturas, de amplios aspectos ideológicos. Lo cual enriquece su reproducción y lo que deja en la palestra. Dudas. Admite las respuestas que uno desee compartir, pues en ningún momento de la cinta, Truman cuestiona u objeta el actuar de las personas por sobre su existencia, sino más bien desea descubrir, en carne viva, el mundo verdaderamente real. La neutralidad de él, permite navegar diferentes argumentos y cuestionamientos personales u colectivos.

A pesar de anteriormente exponer mi opinión en ciertos planteamientos, ambiguos, de la cinta, considero que esta película se debe ver, sin previo opiniones o conocimientos, ya que en la ignorancia, con los valores personales, permite realizar, en conjunto a los acontecimientos narrados, un contraste objetivo e individual. 

Por otro lado, la cinta Blue Velvet, se nos presenta como un misterio. Un hecho que debe ser resguardado, lejos de cualquier mirada extraña. Tras visitar a su padre enfermo en el hospital, Jeffrey, descubre en su recorrido una oreja humana. Debido a su incesante, por no decir morbosa, curiosidad conocerá a una enigmática cantante de bar, una mujer asolada de perversiones, traumas y un hombre, que perpetúa vejaciones con el fin de cumplir sus fantasías sexuales.

Blue Velvet, dirigida por David Lych (1986) es el epitome del buen gusto y el éxito. Llegue a ella sin conocimiento alguno de las buenas críticas que la precedían. La película posee una estética atrayente, siniestra y lúgubre. Señalare una escena en que perpleja, me cautivo por un instante y me permitió dudar del positivismo y diversas posturas visionarias del acontecer humano. En un principio del metraje, la cámara se desplaza lentamente, ampliando el luminoso espacio contextual de la obra para luego zambullirse entre matorrales, césped y el subsuelo. Se nos grafica las diferentes especies de insectos arrastrarse, subsistir en su diminuto mundo. Se nos presenta una visión binaria del mundo: la luz y la oscuridad.

El filme nos lanza a un vacío, y aterrizamos en un mundo configurado en torno a lo sexual, a parafilias, a complejos, la agresión y la rabia. En donde la inocencia pertenece únicamente a la idea de aglomerar aquello embadurnado, de infamias y pérfido, con el amor.

A decir verdad, me fue imposible permanecer pendiente en su cabalidad de la cinta. Es un filme de un guion denso, cargado de sutileza al entregar detalles, cuestiones sobre la búsqueda del placer y la satisfacción personal. La fluidez narrativa, de vez en cuando, recurría a escenas que me dejaron impávida. Por lo cual, sentí que el filme no permite asimilar el argumento que presenta. Lo restriega bruscamente, lo expone, lo gráfica y lo descarta. A pesar de lo interesante de los temas que aborda; el desarrollo de estos es apresurado e intranscendental. La dependencia emocional de Dorothy por Jeffrey, o su incapacidad de unir el placer con el buen cuidado en la intimidad. Estos temas se desdibujar y se desplazan a segundo plano, censurándolos completamente.

Por otro lado, la fotografía es muy armoniosa. Cumple con los requisitos de unir, la luminosidad y la tétrica oscuridad. Evitando, un cambio brusco, sino más bien en el transcurso ligero que, sin percatarse totalmente, nos transporta a la opacidad de la inmoralidad.

La música es un apartado sutil, con un tema principal recurrente que en su composición encasilla los acontecimientos narrados en la película. Blue Velvet de Bobby Vinton, es una pieza melancólica. Posee una letra ambigua, de un amor perdido. Hermosa, realmente.

Finalizando, la película nos embarca en una travesía enigmática, cruel y sensible. Un relato humano que expone el amor, la sexualidad y los complejos que acondicionan la visión de una persona, desde un ángulo peculiar. A flor de piel, expuesta a las inclemencias del desprecio, la humillación y la violencia. Allí, en la ternura de desposeerse, anhelando pasión y un pleno amor.

Al pasar este tiempo, en mi retina se plasmaron varias películas.

COMPENDIO DE PELÍCULAS

 Chinatown (1974), de Román Polanski. Gittes es un renombrado detective privado, encargado de desvelar diversas infidelidades de personajes en la cuidad. Su vida es apacible y sin mayores contratiempos. Hasta que, por diversos extraños acontecimiento, se ve envuelto en un caso particular; de mentiras, de estafas, de extorciones, y de un homicidio. La película es increíblemente cautivadora y transcurre desenfrenada, galopante en su argumento. Un mordisco a la trama y nos lanza, agresivamente, el cierre. Una película fríamente calculada.

The Exorcist (1973), William Friedkin. La posesión demoníaca de una niña, quiebra la fe de un joven clérigo, quien atormentado por la culpa descubre los macabros juegos de una entidad maligna. La cinta es icónica. El guion es realmente fascinante. Debo señalar que los elementos y tácticas, no aterran. Pero si transportan a un ambiente asfixiante, de angustia y repugnancia.

Sierra Burges is a Big Loser. (2018), Ian Samuels. La vida de Sierra es tranquila, de aspiraciones normales. Hasta que, de pronto, el mensaje de un joven sacude su mundo, y de paso, su corazón. Para ser sincera, la película no me agrado. No me gustó para nada (absolutamente nada), los métodos extremistas de la protagonista para evitar desvelar su “verdadera” apariencia. No me gustó el mensaje, difuso, entregado como resolución final. No concuerdo con que el fin justifique los medios. Realmente no la recomiendo.

To all the Boys i’ve Loved Before (2018), Susan Jhonson. Lara Jean, es un romántica empedernida. Guarda, cautelosamente, en sus pertenencia una serie de declaraciones de amor,  dirigidas a todos los chicos de los que alguna vez se enamoró. Un día, sin embargo, las cartas son despachadas. Es una película muy simpática, con un final predecible, pero no desagradable.

North by Northwest (1959), Alfred Hitchcock. Un ejecutivo Republicano se ve envuelto en una serie de malos entendidos, debido a que es confundido por un agente del gobierno. El guion es denso, incorporando una serie de acontecimientos y nombres, que enredan sin llegar a un buen término. El final fue abrupto, dejando una serie de dudas de varios temas. No me agrado.

Blade Runner 2049 (2016), Denis Villeneuve. Secuela de Blade Runner, la trama nos relata los acontecimientos ocurridos después de treinta años del primer filme. Debo recalcar que nunca he visto la original, así que no puedo utilizar el recurso de comparación altamente extendido en la comunidad. La cinta me agrado, las actuaciones me cautivaron. Y el guion se desenvolvió frenético. El giro argumental me dejo con una sensación de apatía.

Breadwinner (2017), Nora Twomey. Producido por Angelina Jolie. Parvana es una pequeña niña musulmana; la realidad arraigada en su torno, es cruel. Tras una serie de acontecimiento debe ocultar su género, en su nuevo papel en el mundo bajo el ropaje de un joven niño, ve con ojos renovados las injusticias de su país. El retrato audiovisual es hermoso, la paleta de colores y la utilización se secuencias es totalmente acertado. La ambientación es armónica, ilustrando las ajetreadas calles de Kabul, cautivando al espectador. El guion es cruel y, dolorosamente, real. En la actualidad el abuso perpetrado en aquellos países es injustificable. Debo recalcar que hablar de estos temas se debe realizar en instancias de conocimientos, empatía y entendimiento.

Clueless (1995), Amy Heckerling. Cher es una niña mimada, su vida gira en torno al glamour de Beverly Hills. Hasta que un día en la generosidad de ayudar a los demás, encuentra una nueva visión de vida. La película es bizarra, hasta el punto de no predecir ni un solo acontecimiento. La cinta es icónica, con múltiples momentos memorables. Un filme que alegrará la tarde, sin duda. 

Me llevo de este presente; filmes de diversos temas. Las líneas que plasme en mi libreta, los múltiples intentos de organización, risas y más. 


Gracias. 

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